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  • Writer's pictureMarissa Galván

El viernes, estaba viendo una película corta de Disney llamada «Us again». Ésta presenta un mundo en donde todo el mundo vive la vida bailando... excepto un hombre mayor que solamente quiere estar en su sillón mirando la televisión. Su pareja, que tiene la misma edad, quiere salir a bailar y trata de invitarlo a que salga. Pero él no quiere. Ella, triste, sale sola y él, después de notar su tristeza mira desde el balcón de su apartamento, buscándola entre la multitud de la gran ciudad. De repente, comienza a llover y sucede algo milagroso... él vuelve a ser joven... y encuentra una razón para bailar nuevamente.




Muerte y resurrección

La película, que fue estrenada en el 2021, parece ser perfecta para los tiempos en que estamos viviendo. Es una invitación a mirar hacia atrás y a seguir adelante, sabiendo que aun cuando el tiempo pasa, aun cuando confrontamos momentos en nuestras vidas que son doloroso... o aun cuando nuestro cuerpo está adolorido... siempre hay una invitación abierta a encontrar el gozo que hay en la vida.


La película me recordó el versículo 16 de 2 Corintios 4, «Por lo tanto, no nos desanimamos. Y aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando de día en día». Al Pablo hablar a la iglesia en Corinto, él le recuerda las implicaciones de seguir al Maestro que, aunque es divino, tiene que pasar por todos los sufrimientos que cualquier ser humano puede enfrentar: no tener una casa, depender de la bondad de personas desconocidas, vivir con el rechazo de las autoridades que le miraban con desconfianza y desprecio, ser acusado y condenado siendo inocente y ser sentenciado a morir en una cruz.


Pablo expresa esto porque es importante que las personas que están teniendo dudas sobre su ministerio lo escuchen. Esas personas dudan, precisamente por lo difícil que le resulta a Pablo hacer su trabajo. Había personas de la iglesia que estaban diciendo que la persecución y el sufrimiento eran señal de fracaso. Pablo está tratando de explicar que es todo lo contrario. Como dice Jennifer V. Pietz, el sufrimiento de Pablo demuestra que él encarna la predicación del evangelio de Aquel que murió para liberar a la gente del pecado y de la muerte, una victoria que es realizada al Dios resucitar a Jesús de la muerte.


Para Pietz, Pablo está tratando de demostrar que toda la vida cristiana envuelve una muerte y resurrección continua en conformidad con el Cristo crucificado y resucitado. En la vida cristiana, la muerte y la resurrección están conectadas como el lamento y la esperanza, y como la gracia y la gratitud, no como términos dualistas o como dos extremos, sino como un proceso de continuidad, en donde la vida está hecha de momentos muerte y resurrección, de momentos de lamento y esperanza, y momentos de gracia y gratitud. Como Cynthia Briggs Kittredge explica, este proceso de vida o de preparación se da en la tensión entre lo externo y lo interno, entre lo presente y lo futuro, entre lo que se ve y lo que no se ve.


Dios de la muerte y la resurrección

El problema es que los seres humanos tenemos problemas en entender esta dinámica. Cuando enfrentamos muerte, se nos hace difícil ver la resurrección. Cuando experimentamos resurrección, caemos al suelo cuando la muerte se aparece. Cuando hay sufrimiento, se nos hace difícil creer en el gozo. Y cuando hay gozo, tratamos de evitar el sufrir, sin entender que siempre está presente y que no es una señal de pecaminosidad, o de que nos han lanzado una maldición... porque es la misma vida a la que se enfrentó el Maestro al que seguimos.


Pablo declara que «aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando de día en día». Tengo 53 años... y sé que entre más pasa el tiempo, las posibilidades de morir van aumentando. Pero mi esperanza en esta vida y algo con lo que estoy trabajando es crecer en mi habilidad de restablecer el gozo, restablecer la esperanza y restablecer la gratitud. Y esa habilidad no viene necesariamente de cosas que son efímeras, fugaces o finitas. Viene de cosas que son eternas. ¿Qué significa esto? Que estoy dependiendo no de mi propia fuera, de mi propio cuerpo, o de mis propios recursos, sino que estoy anclada en aquel que murió y resucitó... y también en la familia que dejo aquí, su iglesia. No estoy sola en mi sufrimiento. No estoy sola en mi dolor. El sufrimiento y el dolor no son signos de que Dios me ha abandonado. Aquel que le ha hecho frente al dolor y a la muerte también puede hacer revivir el gozo y la esperanza.


Vamos a danzar

El final de la película que mencioné anteriormente me sorprendió. La lluvia vuelve joven a la pareja anciana. Comienzan a bailar... pero como siempre sucede, la lluvia se mueve y termina. Las nubes se las lleva el viento. El hombre se da cuenta de que cuando la lluvia deja de tocarlo, él vuelve a envejecer. Él comienza a perseguir la lluvia, agarrando a su amada por la mano. Corre y corre hasta llegar a un muelle. Corre tanto que suelta la mano de su amada y la deja atrás... pero inevitablemente, la lluvia continúa su marcha hacia el océano y el vuelve a la realidad de su vejez.


Triste, vuelve a su paso lento y a sus achaques. De repente mira hacia donde comienza el muelle y ve que su amada está sentada en un banco, mirando hacia el suelo. Camina lentamente hacia ella y se sienta a su lado. Luego, mira hacia la costa y ve que hay un carnaval que ni había notado. Todo el mundo en el carnaval está bailando. Él camina un poco... y al ver todo el baile que le rodea, mira nuevamente a su amada... y la invita a bailar.


Hay muchas cosas que hemos perdido durante este tiempo. Hemos perdido vidas, relaciones, trabajos, salud, confianza y paz... muchas... muchas cosas. Sin embargo, al recordar todo el sufrimiento y la muerte... también Dios nos llama a recordar el gozo y la resurrección, porque la vida está hecha de todas estas cosas.


Dios nos llama a recordar, porque, como Pablo dijo, «bien sabemos que, si se deshace nuestra casa terrenal, es decir, esta tienda que es nuestro cuerpo, en los cielos tenemos de Dios un edificio, una casa eterna, la cual no fue hecha por manos humanas». Recordemos entonces, que Dios nos invita al gozo y a la esperanza... haciendo memoria que a quien seguimos, es el Señor de la danza, como dice el viejo himno.


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  • Writer's pictureMarissa Galván

Estaba leyendo un artículo recientemente sobre como en el 1973 un ingeniero de la NASA llamado Jack Nilles escribió un libro que presentaba la posibilidad de que se trabajara de forma remota como una manera de remediar los problemas de embotellamiento de tránsito. El artículo también hablaba sobre las pocas ventas que había tenido el libro. Es probable que en ese momento esta idea no fuera muy popular y hasta que sonara un poco radical. En esos momentos no había computadoras personales. No había Internet ni tampoco muchos de los avances tecnológicos que tenemos ahora.


Es posible que por eso, la idea de Jack Nilles no fuera tomada en serio hasta el mes de marzo del año pasado, en donde miles de personas y compañías no tuvieron otra opción que adaptarse y permitir el trabajo remoto desde los hogares por causa de la pandemia.


Ahora la idea no suena tan descabellada porque, al descubrir que es posible, muchas compañias se están preguntando si deben mantener el trabajo remoto. De hecho, la agencia de la Iglesia Presbiteriana para la cual trabajo le hizo la pregunta a sus empleados y empleadas sobre si querían seguir trabajando desde casa. La respuesta de más de la mitad de las personas fue que trabajarían desde su casa a tiempo completo.


Es irónico que ahora una idea considerada radical en 1973, se ha convertido en una realidad por algo externo que hizo que las personas imaginaran que otra realidad era posible.


La propuesta radical de Jesús

Lucas 24,36b-48, que es parte del ciclo pascual nos invita a entrar en una habitación cerrada en donde los discípulos y discípulas se han estado escondiendo desde la muerte de Jesús. Este grupo ha escuchado por medio de las mujeres que la tumba está vacía. También ha escuchado el testimonio de dos discípulos que reconocen a Jesús cuando van de camino a Emaús. Sin embargo, como quiera el grupo anda escondido es una habitación, sintiendo miedo ante lo que pueda suceder.


Nos dice la Escritura que en medio de la habitación «Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz sea con ustedes!" Ellos se espantaron y se atemorizaron, pues creían estar viendo un espíritu».


Stephen A. Cooper, en su comentario al pasaje dice que la visita de Jesús tienen una doble agenda: explicar a sus discípulos y discípulas sobre Cristo y comisionarles para predicar el evangelio.


Por eso, Jesús comienza a explicarles las cosas paso por paso. Él se asegura de que sepan que es realmente él cuando les invita a tocar y a examinar. Se asegura de que sepan que no es un fantasma o espíritu cuando pide algo de comer. También se asegura de que recuerden las palabras que él les ha dicho: «Estas son las palabras que les hablé estando aún con ustedes: que era necesario que se cumplieran todas estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos».


Sin embargo, me parece que en ese momento Jesús mira las caras de los discípulos y discípulas y se da cuenta de que todavía la confusión y el miedo les ahogan. Después de todas estas explicaciones, después de verle cara a cara, después del testimonio de las mujeres y de los discípulos de camino a Emaús, después de recordarles que su resurrección es el cumplimiento de todas las enseñanzas que han aprendido desde su niñez... todavía ellas y ellos no pueden comprender o aceptar lo que estaba frente a sus ojos. Es posible que su miedo todavía estuviese venciendo a su esperanza.


Y es posible también que como ha pasado tanto tiempo, y cómo conocemos la historia tan bien y aceptamos todo lo que nos dice la Escritura, no entendamos que lo que Jesús le esta pidiendo a los discípulos y discípulas que entiendan es una idea radical: les está pidiendo que crean en la resurrección, en que alguien se ha levantado de la muerte, en que un hombre mortal puede desafiar a la muerte... y esto es solamente hablando del aspecto físico de la idea. Si hablamos del aspecto teológico de la idea, estamos declarando, en contra de toda lógica que la muerte no es la palabra final. y en que han visto el cumplimiento de la promesa del Mesías que ha conquistado la muerte por su bien.


Es posible que el que un hombre resucite nos maraville. Pero esta propuesta o idea radical tiene connotaciones más profundas que lo que los discípulos y discípulas... y quizás nosotres podemos entender. Por eso, Dios da un paso extra: Jesús les abre el entendimiento a los discípulos y discípulas para que comprendan las Escrituras.


Solo por medio de esta acción de Jesús es que los discípulos y discípulas quedan libres de los malos entendidos, libres de sus miedos y entonces pueden recibir la comisión a dar testimonio. Sólo en ese momento ellos y ellas pueden aceptar esta idea radical y dejar que entre en sus corazones para recibir la transformación que les permite predicar el evangelio.


Otra propuesta radical

Nancy R. Blakely, en sus comentarios sobre este pasaje dice que necesitamos otra apertura de nuestro entendimiento en el día de hoy que nos libere de nuestros miedos. Necesitamos una transformación que nos permita entender totalmente el tema, propuesta o idea radical que Jesús propone: que la muerte no es la palabra final.


Luego, ella afirma que este tema es problemático en un momento de la vida en que la seguridad nacional nos preocupa tanto. Ella hace una pregunta interesante: ¿Es posible que nuestros intentos de mantenernos seguros y seguras puedan estar trabajando en contra de la paz que necesita el mundo? Blakely afirma que es cierto que el escondernos detrás de puertas cerradas pueda ayudarnos a sentir más seguridad, pero que esto no hace que dejemos la desconfianza y el temor atrás.


Sus palabras y las palabras de Jessica Vazquez Torres me recuerdan otra propuesta que ha sido llamada una «idea radical».


Vazquez Torres compartió en un taller sobre anti-racismo que la primera vez que ella escucho la idea de «definanciar a la policía» ella pensó que eso no era una posibilidad. Es posible que tú pienses lo mismo. Sin embargo, ella siguió dándole pensamiento y compartió su reflexión en el taller. Básicamente se cuestionó el por qué la gente no puede plantear una idea radical que pide cambiar una policía militarizada que no quiere rendir cuentas a la comunidad, que no quiere ser juzgada por sus acciones, y cuyos actos están impactando de manera desproporcionada a las comunidades de color. ¿Cómo es esto el tipo de ejercicio policial que queremos para cualquier persona en nuestra comunidad?


Así que para ella, este llamado a cambiar la manera en que financiamos a la policía, a usar parte del dinero que se usa para comprar más equipos, más armas usadas por el ejercito y otras cosas por el estilo son vislumbres de proyectos de descolonización que existen en todos los Estados Unidos, dirigidos por comunidades de color, empujados por comunidades de color, y empujando a la gente blanca a tener una imaginación más amplia y radical. Algunos de estos proyectos están empujando a la sociedad a abrir su entendimiento.


En otro artículo, Keeanga-Yamahtta Taylor nos recuerda que durante años muchos grupos y activistas han ido a alcaldías y senados estatales demandando que haya más trabajo y no más carceles, cuidado y no más policias, y libros y no tantas celdas, pidiendo a la oficialidad de las ciudades y los estados que dejen de aumentar los presupuestos para la policía y las cárceles. Sin embargo, las personas que hacen las leyes han ignorado estos pedidos y el presupuesto de la policía se ha triplicado en los últimos 40 años, ayudando a los Estados Unidos a ser uno de los líderes mundiales en encarcelamientos y muertes a mano de la policía.


Sin embargo, seguimos funcionando bajo palabras que definen la locura y la insensatez. «La locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes».


En las últimas dos semanas... vimos la muerte de Daunte Wright, asesinado por una mujer policía. También vimos la muerte de Adam Toledo, un adolescente de 13 años en Chicago. En esta misma semana, por fin vimos a un policía rindiendo cuentas por abusar de su poder al asesinar a George Floyd, poniendo su rodilla sobre su cuello innecesariamente durante nueve minutos y veintinueve segundos. Sin embargo, esto fue una excepción a la regla, que ha visto como algunos policías han sido declarados inocentes o no han sido enjuiciados por abusos de poder que terminan en la muerte de una persona, que usualmente es un hombre negro. Esto para mi es una locura. La obsesión de este país con las armas de fuego y con la violencia es una locura. La terquedad de no cambiar un sistema y un proceso que no están funcionando es una locura. Y le pido a Dios que abra nuestros entendimientos, para que podamos abrir nuestros corazones a nuevas ideas, a ideas radicales que pongan un alto a toda esta muerte y que declaren de una vez y para siempre que «la muerte no tiene la última palabra». La muerte no tuvo que ser la última palabra para George Floyd... para un hombre negro de veinte años... o para un adolescente latino de 13 años de edad.


Posibilidades radicales

En otro artículo, Sam Levin habla de Austin, Texas, irónicamente el mismo lugar en donde recientemente fueron asesinadas tres personas. Él dice que la ciudad decidió cortar 20 millones de dólares del presupuesto del departamento de la policía y que movió 80 millones de dólares de la agencia, moviendo ciertos servicios fuera de los cuerpos policiales. La ciudad ha pasado de gastar el 40 por ciento de su fondo general de 1.1 mil millones en la policía a distribuir el 26 por ciento a los cuerpos policiales.


¿En dónde se están usando estos fondos? En servicios médicos de emergencia para COVID-19. En doctores/as para la comunidad. En personal de primeros auxilios especializados en salud mental. En servicios para personas sin hogar. En programas de abuso de sustancias. En programas para que las personas tengan acceso a alimentos. En programas de desarrollo para conseguir trabajo. En servicios para mujeres que deseen acceso a control de natalidad. En programas para apoyar a víctimas. En parques.


El concilio de la ciudad también está usando el dinero que está ahorrando del presupuesto de la policía para comprar dos hoteles para proveer hogares transitorios a personas sin hogar.


Estoy casi segura de que hay personas que viven en Austin que están alarmadas y temerosas ante estos cambios. También estoy segura de que usarán los asesinatos que sucedieron recientemente para tratar de echar atrás algunas de estas propuestas. Es natural que el ser humano sienta temor ante los cambios. Es natural que queramos protegernos de las cosas que nos asustan y que no podemos entender. Sin embargo, vuelvo a hacerme la pregunta que hizo Blakely: ¿Es posible que nuestros intentos de mantenernos seguros y seguras puedan estar trabajando en contra de la paz que necesita el mundo? ¿Están las puertas cerradas o el gastar más en militarizar a la policía, o permitir que la gente pueda conseguir armas de fuego sin restricciones minimizando nuestros miedos y nuestra desconfianza? Mi mente y mi corazón dicen que no... y espero en Dios que podamos encontrar una nueva manera de hacer las cosas... una manera radical... en donde la muerte no siempre tenga la palabra final. En donde la palabra final sea: VIDA.


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  • Writer's pictureMarissa Galván

La primavera que va de la muerte a la vida

Una de las cosas que más amo de la primavera específicamente en los Estados Unidos es la oportunidad de ver cómo la naturaleza vuelve a la vida. Ayer salí con mi madre a comprar algunas flores, vegetales, especias, y aún árboles, con un entusiasmo que nunca había sentido. Quizás la pandemia nos vuelve un poco locas y hace que sintamos un deseo intenso por ver vida en medio de tanta muerte.


Un grano de trigo no produce nada, a menos que caiga en la tierra y muera

En la biblia, Jesús usa una parábola para anunciar a los discípulos su inminente muerte. Dice Juan 12 que «entre las personas que habían ido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, había unos griegos» que querían ver a Jesús. Cuando logran su cometido, Jesús comienza a contar una parábola que comunica la importancia y significado de la hora que él dice que ha llegado. Es necesario contarla, porque él quiere comunicar lo que es necesario para cumplir con la misión que Dios le ha dado en la tierra. La muerte debe preceder a la vida y por eso, el explica como un grano de trigo debe caer a la tierra y morir, para entonces dar fruto. El grano debe dejar de ser grano o semilla y convertirse en algo más. Sólo puede dar fruto si muere.


Es posible que si usted sabe un poco más de jardinería que yo, piense que esta explicación de Jesús es un poco sencilla. Después de todo, una semilla necesita más cosas para dar fruto que meramente morir. Necesita agua, sol, el tipo de tierra con los nutrientes adecuados, el tiempo justo y preciso y algunos cuidados para poder crecer, florecer y dar frutos. Sin embargo esa transformación de la que habla Jesús es la esencia de lo que debe suceder... tiene que morir, dejar de ser semilla o cambiar... para dar fruto.


Luego de contar la parábola, Jesús deja claro que ella no habla solamente de lo que él va a hacer, sino que ésta es un reto para quienes le sigan. «Si alguno de ustedes quiere servirme, tiene que obedecerme. Donde yo esté, ahí también estarán los que me sirven. . .». La muerte debe preceder la vida en nuestras propias vidas, si realmente decimos que seguimos a Jesús. Como dice la Rvda. T Denise Anderson, haciendo eco de las palabras de Jesús, quien quiere retener su vida, la perderá en última instancia. O como dice Margaret Farley en su comentario a este pasaje, esto también sucede con los seres humanos que deben en algún sentido morir a su amor por sus propias vidas, porque si se aman a si mismos sobre todas las otras cosas, perderán sus vidas y paradójicamente se auto-destruirán. Yo añadiría que no sólo se destruyen a si mismos... sino que destruyen a otras personas también.


El cambio, aún cuando es bienvenido, significa muerte

Sabemos que la semana santa ya está llegando. Sabemos que el Domingo de ramos nos llevará al Viernes santo y que entonces llegaremos al Domingo de resurrección. Si vas a la iglesia, y si consideras que eres cristiana o cristiano, sabes que los gritos de «hosanna» son sustituidos por los «crucifíquenlo». Creemos que entendemos porque Jesús está hablando de muerte en el momento que comparte su parábola.


Y quizás es posible que pienses en la muerte de la que él está hablando como algo espiritual y abstracto, olvidando totalmente que Jesús tuvo que sufrir y morir físicamente para dar todas las cosas que nos gustan. . . para darnos nueva vida, redención y salvación.


Pero... ninguna de estas cosas sucede sin que la muerte se cruce en el camino. La Rvda. T. Denise Anderson usa una frase en su comentario a Juan 12 que habla de la relación entre el cambio y la muerte: «El cambio, aún cuando es bienvenido, significa muerte». Ella conecta esta frase con su experiencia de pastorear una iglesia que está en el proceso de disolución. Esta iglesia sabe que la muerte está cerca. . . pero la iglesia debe escoger entre morir y desaparecer y morir dando frutos.


Todas las temporadas de Cuaresma y todas las Semanas Santas recibimos el mismo llamado urgente al presenciar la muerte y la resurrección de Jesús. Es un llamado a una verdadera transformación y cambio, no solamente en nuestra vida individual, sino en nuestra vida comunitaria. Debemos convertir esta muerte en un cambio de vida, en una transformación de nuestras palabras y nuestras acciones que honren de alguna manera al Cristo que recordamos durante esta temporada de liturgias y símbolos sacramentales.


Sin embargo... al escribir estas palabras dentro del momento histórico que estamos viviendo. . . en el contexto del odio y el prejuicio en contra de las comunidades asiáticas en los Estados Unidos y probablemente en otros lugares del mundo. . .y en dónde vemos instancias de muerte injusta a nuestro alrededor... quizás es momento de entrar en más detalle sobre qué cosas deben morir para cambiar. . . porque me pregunto cuántas veces Jesús tiene que morir... y cuántas personas inocentes tienen que perder la vida... para que las cosas acaben de cambiar.


Las cosas tienen que cambiar

La Rvda. Laura Mariko Cheifetz escribió un artículo titulado «Being Asian American means living in a country that treats you as a perpetual foreigner. That has to change» (Ser asiática americana significa vivir en un país que te trata perpetuamente como una extrajera. Eso tiene que cambiar), como respuesta al tiroteo que ocurrió el 16 de marzo en Atlanta que cobró la vida de ocho personas, entre ellas las vidas de seis mujeres de origen asiático, específicamente de Corea del Sur y de China.


En este artículo ella comparte su propia furia y dolor, y el dolor de otras personas cuando escucharon lo que había pasado en Atlanta. Ella usa una metáfora que una de sus amigas, Clara Seo, utiliza para describir su dolor, al comentar que es como sentir una cuchara de las que se usan para comer sandías, sacando una bola de su corazón.


Laura luego utiliza esta metáfora para reflexionar sobre cómo la supremacía blanca que reina en los Estados Unidos desgarra un enorme tajo en la sandía que compone nuestro tejido social, y ahora está nuevamente acuchillando nuestro ser. Luego describe muchos ejemplos de esta enorme cuchillada: El tiroteo en la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh en el 2018. La comunidad en la iglesia Mother Emmanuel asesinada después de un estudio bíblico en 2015. El tiroteo en el 2012 en el lugar de adoración de la comunidad Sikh en Oak Creek, Wisconsin. Las personas mayores de diferentes países de Asia que han sido golpeadas, empujadas, apuñaladas y asesinadas durante el pasado año. Las mujeres indígenas que han desaparecido y que han sido asesinadas. Los niños y niñas de la comunidad inmigrante, especialmente de México y Centro América que han sufrido la separación de sus familias y que han terminado en la cárcel a lo largo de la frontera o que han desaparecido en un sistema de acogida familiar (foster care) sin que nadie en el sistema sepa dónde están. Ahmaud Arbery, Sandra Bland, Tamir Rice y George Floyd... y añadimos aquí en Louisville a Breonna Taylor.


Luego, ella terminar con un clamor que proclama que no habrá cura para esto hasta que comencemos a reconocer que la civilización estadounidense está formada por pedazos triturados de vidas vulnerables.


Al leer y escuchar... comienzo a pensar nuevamente en la muerte. ¿Qué es lo que tiene que morir? Ciertamente no debe morir la gente vulnerable e inocente. Ciertamente no debe morir la gente que está muriendo porque no somos capaces de cambiar. ¿Cuántas veces más tiene que morir Jesús para que haya un cambio? ¿Cuántas personas inocentes más tienen que morir para que haya un cambio? Mi alma... como la de Jesús... está confundida... y mi frustración y mi tristeza me acuchillan la esperanza.


Sin embargo, al leer y escuchar... pienso en este dibujo de Cerezo Barredo que siempre veo aparecer en esta época del año.


Y aunque tengo que admitir que, al mirarlo nuevamente, puedo entender que la margarita pudo salir del hombre y el maíz salir de la mujer (algo que nunca había notado hasta ahora). . .afirmo que hay fruto que nace del cuerpo inerte de Jesús. Afirmo que hay sostén naciendo del cuerpo inerte de Jesús. Afirmo que hay VIDA naciendo del cuerpo inerte de Jesús. Y recuerdo que esa vida es la vida que Dios quiere para sus hijos e hijas. Recuerdo que esa vida fue una vida de entrega, de amor incondicional, de hacer justicia a quienes fueron rechazados, de restaurar a quienes fueron invisibilizados y de sanar a quienes estaban enfermos. Y por eso pienso que esa vida que Jesús dio como fruto de su muerte no lleva a un hombre que supuestamente está «tratando de eliminar tentaciones pecaminosas» a cometer un acto racista y homicida que grita inconcebiblemente que su vida como hombre blanco es más importante que la vida de siete mujeres y un hombre. Este tipo de acto tiene que morir. ¡Las cosas tienen que cambiar!


El fruto de vida que Jesús deja en su muerte no llevan a un hombre a meterle un puño a una anciana china que simplemente está parada en una esquina. Este tipo de acto tiene que morir. ¡Las cosas tienen que cambiar!


La vida que Jesús deja como legado de su muerte no lleva al odio... no lleva a la violencia... no lleva a ninguno de los ismos que esta sociedad se ha inventado para controlar, para oprimir, para humillar y más horrible aún para asesinar. Estos actos tienen que morir. ¡Las cosas tienen que cambiar!


Y hasta que no reconozcamos que estas partes podridas, venenosas y diabólicas de la civilización americana tienen que morir y que las cosas tienen que cambiar... la gente inocente seguirá muriendo y habrá familias que seguirán sufriendo. La muerte y la resurrección de Jesús seguirán siendo en vano. Y no habrá frutos.


Hay que seguir cantando por quienes no pueden cantar

En la iglesia en donde pastoreo, hemos estado leyendo poesías de mujeres afro-americanas durante la temporada de Cuaresma. La poesía que usamos hoy fue escrita por Ntozake Shange y es parte de una obra de teatro que ella escribió. Al final, la poesía tiene una invitación a cantar por quienes ya han muerto y cuyas voces han sido silenciadas.


sing her song of life (canta su canción de vida)

she’s been dead so long (ella ha estado muerta hace tanto tiempo)

closed in silence so long (cerrada en silencio hace tanto tiempo)

she doesn’t know the sound (ella no conoce el sonido)

of her own voice (de su propia voz)

her infinite beauty (su belleza infinita)

she’s half-notes scattered (ella es notas dispersas y a mitad)

without rhythm/no tune (sin ritmo/ sin tonada)

sing her sighs (canta sus suspiros)

sing the song of her possibilities (canta la canción de sus posibilidades)

sing a righteous gospel (canta un evangelio de justicia)

let her be born (deja que nazca)

let her be born (deja que nazca)

& handled warmly. (y que sea abrazada con amor)


Hay que seguir cantando... para honrar a las vidas inocentes que han muerto... y hay que seguir luchando para que llegue el día en donde muera todo lo que evita el que que este mundo cambie para reflejar la vida y el fruto del que murió y resucitó para darnos nueva vida. Que así nos ayude Dios.


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