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Writer's pictureMarissa Galván


El futuro cambia

Bernard C. Meltzer era un anfitrión de un programa radial en los Estados Unidos. Era un programa de pedir consejos sencillamente llamado «¿Cuál es su problema?» que duró del 1967 a la mitad de los años 90. La única razón por la que se esta información es que busqué citas sobre el perdón para escribir esta reflexión... y la cita de Meltzer me llamó la atención. Él dijo:«cuando se perdona, no podemos cambiar el pasado de ninguna manera, pero de seguro podremos cambiar el futuro».


José y su derecho al enojo

Si hay una historia en la Biblia que refleja estas palabras es la historia de José. Espero que recuerdes la historia. José es uno de los hijos pequeños de Jacob. Tiene diez hermanos. Es el favorito de su padre. Es un soñador, que parece tener sueños de grandeza que no son muy bien recibidos por sus hermanos. Lo odian porque es el favorito de Jacob. Lo odian porque piensan que él cree que es más importante que ellos. Lo odian porque es un chismoso. Su odio es tan intenso que piensan en matarlo. Sin embargo, deciden venderlo como esclavo. Por eso, José termina en Egipto... o ¿será esa la verdadera razón?


José sufre en su esclavitud. Es metido en la cárcel. Sin embargo, Dios está siempre con José y provee un futuro para él. Él descifra los sueños del Faraón y es nombrado a una posición poderosa en el gobierno egipcio.


En medio de todo este poder... no es difícil imaginar cuántas veces la mente de José recuerda el momento en donde sus hermanos lo traicionaron, el momento en donde destruyeron la vida que conocía y el futuro que él pensaba que sería suyo. José tenía todo el derecho a estar enojado. Podía sentir odio justificado en su corazón. Sus hermanos lo había odiado, lo había vendido para ser esclavo, lo había separado de su amado padre. La venganza hubiese sido un desarrollo natural en esta novela.


Por eso, cuando comienza la hambruna que José había predicho en los sueños de Faraón, se presenta la oportunidad para que José decida el futuro de su familia. En la novela, hemos llegado a la parte más importante de la historia, el momento en que el protagonista logra o no logra sus metas.


Podemos pensar en las metas de José, especialmente si él viviera durante estos tiempos en donde se da tanta importancia a que venza el más fuerte. ¿sería una meta el humillar a sus hermanos?

¿El ganar a toda costa? La Biblia nos comunica cual es su meta y esta es totalmente diferente a lo que podemos imaginar. Su meta es cumplir con la voluntad de Dios de reconciliar y cambiar el futuro de su familia.


El perdón puede llevarnos a reconocer el propósito de Dios

José escoge perdonar. Este pasaje ha sido llamado la escena escritural más efectiva sobre el perdón y la reconciliación en toda la Escritura. Por eso, hay varias lecciones que podemos aprender sobre ella, sobre el poder del perdón.


Primero, el perdón te puede llevar a reconocer la voluntad de Dios. La amargura y la venganza te pueden cegar. Pueden nublar tu juicio y puede llevarte a vivir de echar la culpa y de castigar.


José, por el contrario, reconoce que todas las cosas que le han pasado, buenas y malas, han sucedido porque Dios ha estado en control de su vida: «Yo soy José su hermano, el que vendieron para Egipto. Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes. Ya han transcurrido dos años de hambre en medio de la tierra, y todavía quedan cinco años en que no habrá ni siembra ni siega. Pero Dios me ha enviado delante de ustedes para preservarles posteridad en la tierra, y para darles vida mediante una gran liberación. Así que no me enviaron ustedes acá, sino Dios…».


No han sido ustedes quienes me han enviado, sino Dios. Cuando hay perdón, tus ojos se abren al movimiento de Dios en tu vida. La amargura puede ser reemplazada por un entendimiento claro de inclusión... y quizás de gratitud por las lecciones que han sido recibidas. José reconoce que Dios le ha guiado a un lugar en donde él tiene la oportunidad de salvar a su amado padre y a su familia... y el actúa en gratitud, proveyendo salvación y vida.


El perdón puede llevar a la reconciliación

La segunda lección que da este pasaje es que el perdón lleva a la reconciliación. El deseo de José de perdonar hace que sea real la posibilidad de reestablecer una relación con sus hermanos y con su familia.


Stephen L. Cook comparte una historia sobre Cesareo, un conocido obispo de la iglesia primitiva. Él enfatiza el poderoso efecto reconciliatorio que produce la disponibilidad emocional de José, cuando dice que las lágrimas de José proveen un bálsamo de sanidad y armonía. Él dice que José besa tiernamente a cada uno de sus hermanos y llora individualmente sobre cada uno de ellos. Al mojar los cuellos de sus asustados hermanos con sus lágrimas, sus refrescantes lágrimas limpian toda mancha de odio de sus vidas.


En este momento, la disponibilidad de José, su fragilidad y transparencia, derrite los miedos y las preocupaciones de sus hermanos cuando ellos lo reconocen.


Pensamos que quizás esto es fácil, pero al recordar la humanidad de José y lo difícil que en ocasiones se nos hace perdonar, entonces podemos reconocer lo difícil que es para él hacer esto. Nadie quiere parecer débil. Todas las personas quieren ser los heroes de nuestras propias historias. Es cierto que José asusta un poco a sus hermanos... pero decide tomar otro camino. No permite que sus deseos de venganza se apoderen de él. Y prefiere no vivir de los reproches y no decirles hasta del mal que iban a morir.


Él llora a lágrima viva... y esas lágrimas limpian el odio que existe en esta relación y la llevan a la reconciliación.


El perdón puede cambiar el futuro

La tercera y última lección que podemos aprender sobre perdonar... es que realmente puede cambiar el futuro. Imagina que José no hubiese actuado de la manera en que lo hizo. Hubiese afectado el futuro de Israel. Un desvío del plan divino hubiese cambiado quizás hasta nuestro propio futuro. La historia de perdón de José tiene tanto impacto, que hace eco en la historia de otro José que también es un soñador... que también encuentra salvación para él y para su familia en Egipto... y que es parte importante de la vida de Jesús.


El perdón puede cambiar el futuro. Lo he visto una y otra vez. El perdón sana relaciones. El perdón da semillas de respeto. El perdón es el primer paso para nuevos sueños y proyectos. El perdón da paso a nuevas posibilidades. Tengo amistades que en algún momento no lo fueron. Tengo paz en donde antes había preocupación. Ya no me tengo que velar las espaldas. El perdón nos permite vivir sin tener que lamentarnos... y podemos vivir con la certeza de que Dios tiene nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro en sus manos.


La seguridad del perdón

Por eso, mi invitación a ti es que aprendas estas lecciones. No te dejes consumir por el odio. No pienses en la venganza. No dejes que las semillas de la amargura te llenen de espinas. Si permites que esto suceda... vivirás en la oscuridad y en la soledad. Hará que no sepas si estás luchando en contra de enemigos o de amigos. Te dejará en un estado de guerra... aunque tengas miles de oportunidades de vivir en paz. El resentimiento te dejará sin camino.


Recuerda... el perdón puede dejarte ver lo que Dios está haciendo en tu vida. El perdón abre la puerta a la reconciliación... y puede cambiar tu futuro. José deja su poder a un lado para encontrarse con sus hermanos. Él deja el pasado atrás y comparte una nueva visión de lo que Dios ha hecho en sus vidas. Dios le guía a hacer esto... y el impacto que los celos y el odio han tenido en las vidas de su familia es borrado quizás para siempre.


Esta semana vi una película en donde uno de los personajes está constantemente defendiéndose. No confía en nadie y considera que el abrirse a la posibilidad de una verdadera relación es una manifestación de debilidad. Su padre, que es un entrenador de boxeo, tiene una conversación con ella que se quedó en mi mente. Le dice... tienes que bajar los puños, porque si no los bajas, no vas a poder ver las cosas hermosas que están frente a tus narices.


Me parece que vivimos en un mundo en donde tenemos la tentación constante de tener los puños arriba. Sin embargo, si hay algo que puedes aprender de la historia de José, es que necesitamos dejar que Dios baje nuestros puños, para darnos la oportunidad de poder ver la posibilidad de perdonar, de buscar reconciliación, de amar y de ser vivir vidas libres de odio, amargura y resentimiento. Solo así... podrás cambiar tu futuro y vivir en el futuro que Dios quiere para tu vida.

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Writer's pictureMarissa Galván

Updated: Apr 2, 2019


El silencio del invierno

Desde que vivo aquí en los Estados Unidos, me asombran los cambios de estaciones. En Puerto Rico, en donde nací, las estaciones usualmente son más o menos lluvia. Sin embargo, me parece un milagro ver como durante el invierno, los árboles dejar de crecer, no hay que cortar la hierba y la naturaleza parece caer en un estado de silencio.


Jack London, un escritor famoso cuyas historias usualmente se desarrollan en el Yukon describe el silencio del invierno en una historia llamada El silencio blanco.


«La naturaleza tiene muchas artimañas para convencer al hombre de su finitud -el incesante fluir de las mareas, la furia de la tormenta, la sacudida del terremoto, el largo retumbar de la artillería del cielo-, pero la más tremenda, la más sorprendente de todas es la fase pasiva del silencio blanco. Cesa todo movimiento, el aire se despeja, los cielos se vuelven de latón; el más pequeño susurro parece un sacrilegio, y el hombre se torna tímido, asustado del sonido de su propia voz».

El silencio blanco nos convence de nuestra finitud. Nada se mueve. Todo el crecimiento para. Todo se detiene, hasta que la primavera comienza a romper el silencio. Los narcisos comienzan a salir de la tierra con sus amarillos y verdes. Las flores de los árboles comienzan su alabanza de colores. No hay nadie que pueda negar que esto está sucediendo. El silencio está acabando... y parece ser sustituido con una celebración de vida, con una canción de júbilo... y con una invitación a pasar la cortadora.



Mientras callé

Se dice que el Salmo 32 es un salmo de acción de gracias individual que celebra el perdón de los pecados y la renovación espiritual. El salmo comienza con estas palabras. «Bienaventurado o verdaderamente feliz aquel cuya transgresión ha sido perdonada y ha sido cubierto su pecado».


Sin embargo, dentro de esta celebración hay una advertencia que viene cuando el salmista describe lo que sucede cuando un ser humano cae dentro de los efectos espirituales y psicológicos de no reconocer su pecado. El salmista proclama «mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día».


El silencio, el esconderse, el no reconocer las cosas que nos separan de Dios y de otras personas, la culpabilidad, el sentimiento de que algo no está bien en nuestra relación con Dios y con otras personas... estas cosas son cargas reales y pesadas para nuestras vidas. Nuestros huesos envejecen. Nos pasamos de gemido en gemido. No podemos concentrarnos. El estrés se apodera de nuestras vidas. Dejamos de crecer. Nos vence el miedo. Dejamos que el silencio nos consuma de tal manera que sentimos que no merecemos el amor de Dios... o cualquier otro tipo de amor.



La confesión del hijo pródigo

El pasaje del evangelio para el cuarto domingo de Cuaresma nos da un buen ejemplo de cómo el silencio nos aísla. Es la parábola del hijo pródigo. Cuando este hijo, el más joven en su casa, gasta todo el dinero que le ha pedido su padre, da la casualidad que comienza una hambruna en el lugar donde está. Él no encuentra que comer y no tiene dinero para poder vivir. Con todo y eso, su primer instinto no es dejarle saber a su familia lo que está pasando. Prefiere trabajar con cerdos que reconocer que necesita arreglar las cosas con su padre. Trata de ser valiente y se mantiene en silencio... pero su vida va tan mal que envidia la comida que le está dando a los cerdos. Es en ese momento que el evangelio nos dice que el joven «vuelve en sí». De repente surge un despertar en su ser y se da cuenta de que tiene que romper el silencio y admitir el mal que ha hecho: «me levantaré, iré a mi padre y le diré: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo"». Necesita arreglar las cosas... así que vuelve a casa, arrepentido por lo que ha hecho.



El perdón del padre está garantizado. El padre corre hacia el hijo y lo abraza, casi sin dejarle hablar.



El silencio después de la confesión comunitaria

Todos los domingos recibimos una invitación a arreglar nuestra relación con Dios... esa invitación viene en medio de un silencio. Después de hacer la confesión comunitaria, la pastora se para y nos invita a confesar nuestros pecados a Dios. Ya hemos confesado comunitariamente y quizás las palabras de la confesión nos han recordado qué cosas en nuestras vidas no están bien. Pero lo que sigue es un silencio incómodo. Un silencio que debe ser llenado con palabras de arrepentimiento, perdón y paz. Un silencio que Dios quebranta con palabras de gracia y de perdón. Sin embargo, en ocasiones el silencio permanece. Permanece lleno de frío, de miedo, de ceguera. Ha veces nuestras mentes están llenas de pensamientos sobre cuándo acabará el silencio, sobre cuándo la pastora se parará a hablar. Y la posibilidad de la primavera nunca llega. Y las flores de gracia no florecen... y no volvemos en sí y nuestros huesos siguen envejeciendo.



Voy a confesar

Sin embargo, vemos como el salmista, dentro de su silencio, tiene una transformación. Cuando admite su pecado ante Dios, cuando no esconde su culpa, entonces abre su corazón y recibe perdón y gracia.


Cuando el hijo pródigo está de camino a la casa de su padre... su padre está pendiente de su llegada, aún si él saberlo. Cuando ve a su hijo a la distancia, no necesita escuchar el discurso que probablemente el hijo se ha estado repitiendo una y otra vez de camino a casa. El perdón del padre está garantizado. El padre corre hacia el hijo y lo abraza, casi sin dejarle hablar.


Dios remueve la culpa. Dios perdona el pecado. Y este perdón nos restaura... restaura nuestras relaciones, restaura el crecimiento, restaura la paz y restaura el gozo.


Del silencio, nuestras vidas pueden ser transformadas en gozo. El salmista termina su salmo con estas palabras: «Oh justos, alégrense en el SEÑOR y gócense; canten con júbilo todos los rectos de corazón».


Hay una verdadera invitación en este salmo. Abran sus ojos. No se queden en el silencio. ¡Vuelvan en sí! Reconozcan que el pecado les separa de Dios y de otras personas. Arrepiéntanse. Pidan perdón. Corrijan sus relaciones con Dios y con las personas a las que necesiten pedir perdón. Arreglen sus vida... y podrán florecer... podrán vivir en la primavera de la gracia... y podrán cantar con júbilo.


Los narcisos comienzan a salir de la tierra con sus amarillos y verdes. Dios nos da la gracia para florecer.

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Writer's pictureMarissa Galván

Updated: Jul 16, 2020


King in the Wilderness

A recent documentary about the live of Martin Luther King called “King in the Wilderness” describes the last days of MLK, before his assassination on April 4, 1968. It presents a somewhat disheartened man… a misunderstood man. He has fought and won many a fight, but he is also a man very aware that the message that God has given him goes beyond the scope of his work with the black community.


He talked about nonviolence and peace… but realized that peace also applied to responding to the war in Vietnam. He talked about improving the living conditions of poor blacks in the South… but realized that he needed to also deal with those conditions in the North and with other racial ethnic groups… including those who were white and poor.


When he decided to be more inclusive, to address the war in Vietnam and to include other groups in what they called the Poor People’s Campaign, he found a resistance that made him sad and frustrated. He was used to the resistance he faced when he had to write the Letter from Birmingham jail, but this resistance came from his own people, from the people that had supported him.


They were questioning his approach of nonviolence as weak and ineffective. They wanted to fight fire with fire. They were against his questioning the government that had granted the civil rights bill on Vietnam. They thought that he should stick to his original message and not broaden the spectrum of impact. As a result, he spent his last days on this earth feeling alone, and as if walking in the wilderness.


The extremism of the message

If you take a closer look at what MLK’s message, what he is doing is a natural consequence of what he was proclaiming. If you believe in nonviolence, then you cannot support a war. If you believe in fighting against the systems that produce injustice, then the consequences of that fight are going to affect all of those that are oppressed and that are poor. He discovered that you cannot pick and choose who benefits and who doesn’t.


To me, is like the whole issue of being pro-life. If you take the concept to its ultimate consequences, then you cannot be pro-life and pro death penalty… because that implies killing a living thing. King discovered that messages have consequences beyond what we expect, and affect even those that we did not think about.


In our Christian world we talk about love and grace and about their consequences. But, we cannot dictate who God loves. And grace cannot be conditioned or limited. God might give grace to someone that we think undeserving… but that is the measure of God’s grace: unconditional, unlimited, revolutionary, extreme.


Mary’s song of revolution

In an article called “Mary’s ‘Magnificat’ in the Bible is revolutionary. Some evangelicals silence her”, D.L. Mayfield suggests that Mary’s song that we just read tends to be omitted in some circles of the Christian faith, because it is too revolutionary. Mayfield cites Dietrich Bonhoeffer, the German pastor who was executed by the Nazis, who says that the Magnificat is “the most passionate, the wildest, one might even say the most revolutionary hymn ever sung.”


The first part of the Magnificat is usually used to write songs in English, Spanish and Latina. Magnificat, anima mea, sing the choirs as they remember Mary's praise. “My soul magnifies the Lord, and my spirit rejoices in God my Savior, for he has looked with favor on the lowliness of his servant.”


We sing with Mary, without giving it a second thought… but would we want to sing the rest of the song when we are the well fed? When we are the ones that have money? When we are the ones that have power? When we benefit from systems of oppression?


Mary was a young woman. She had no position of power. Mary belonged to a people that were being oppressed by the Roman Empire. Mary was not a married woman and was with child. Three strikes… and I’m sure we could find more. She belonged to the poor, to those without power. And even in those circumstances, Mary received a special assignment from God, an assignment that fulfilled God’s promise to God’s people.


But if you listen further to her song, this promise goes beyond celebrating her luck in being chosen as the vessel of the Messiah. And for us... the promise goes beyond rejoicing about the birth of a cute little baby in a manger. It goes beyond individual forgiveness of sins. It goes beyond personal salvation.



As Mayfield questions: “How does the Magnificat feel if you aren’t one of the lowly, if you aren’t as vulnerable and humble as Mary?”


God promises to change the lives of those who suffer. God promises to lift up the lowly and to put down the powerful. God raises the poor from the dust. God, in Mary’s song, is on the side of the poor, the hungry, the weak and the sad.


We may not like this part of the song. We might feel uncomfortable with a God that speaks about scattering, bringing down or sending people away empty. We might even think that God could not say such things, because they are too extreme. A God that shows preference for the poor? A God that dislikes those that are rich? Can we sing with Mary under such circumstances?

If the answer is yes, then we must recognize the ultimate consequences and impact of the song. As Paul Simpson Duke states, “The lifting of the lowly comes in tandem with the falling of the powerful.” God is at work to scatter the proud, to dethrone the powerful, to banish the rich, while feeding the hungry and lifting the lowly.


Duke states that Mary’s song belongs to all of those who want and need redemption, to those that fight against poverty, warfare, injustice, racism and oppression. It belongs to those that trust that God will fulfill God’s promises.


Martin’s song

Mary’s song belonged to MLK and to those that continue to work and hope for peace, for joy and for love.


In his letter, King’s responds to being called an extremist. He challenges those who are questioning him with Jesus and with other examples of those who in some shape or form trust in God’s promises and are faithful to God’s message as Mary did. Was not Jesus an extremist for love? Was not Amos an extremist for justice? Was not Paul an extremist for the Christian gospel?

They all had to believe in the ultimate consequences of God's message, in its power to transform realities that were working against God's vision of the kindom, in order to be true prophets of change.


The important thing for MLK was not extremism. The important thing was what we are extremist for. He challenged then and us “Will we be extremists for hate or for love? Will we be extremists for the preservation of injustice or for the extension of justice?”


Will we sing Mary’s song with the knowledge of its ultimate consequences and impact? Will we be extremists for love, truth and goodness and challenge an environment that seems dominated by hate, lies and revenge? Will we act in in remembrance of God’s mercy or choose only the parts of the song that are cuter, nicer, not controversial or extreme?


MLK once said “I have decided to stick with love. Hate is too great a burden to bear”. This was an extreme choice, when facing all of the hate and violence he faced. It was a choice that came with the sacrifice of his life.


May our songs this Christmas and in the coming year, reflect God’s love, God’s mercy, God’s goodness and God’s justice in their ultimate consequences. May our moral and spiritual beliefs be our guide and impact every aspect of our lives in ways expected and unexpected. Not doing so is too great a burden to bear. May God help us to do so.



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