¿Tú sabías que el agua tiene memoria? Esta es la pregunta que Olaf, uno de los personajes de las películas de Frozen le hace al grupo que está viajando con él hacia un bosque misterioso. Olaf es un hombre de nieve, que a través de las dos películas ha ido madurando y adquiriendo conocimiento que se deleita en compartir en los momentos más aleatorios. Su pregunta retórica es contestada de esta manera: el agua, que es parte de lo que compone a los seres humanos, ha pasado por por lo menos cuatro otros seres humanos o animales, antes de ser parte de nuestro ser. Y esa agua recuerda todos los lugares por los que paso.
Las personas que escribieron este libreto no se inventaron este hecho como parte de algún acto simbólico. Partes de la comunidad científica han estudiado esta teoría. En un vídeo llamado «The Memory of Water, h2O Remembers Everything» se presenta que cada vez que una persona diferente toca una gota de agua, esa gota de agua «recuerda» a la persona que la ha tocado de tal manera que, cuando se toman fotos de las diferentes gotas, estas todas son diferentes. De la misma manera, los ríos cuentan historias, dependiendo de donde estén, haciendo que el agua sea diferente en las montañas de donde nace, que en la desembocadura por donde llega al mar.
Creo que esto hace sentido. El agua no es un recurso infinito. Se transforma, se mueve, cambia... y el agua que vemos en el río, es la misma que ha formado una nube o que se ha convertido en hielo en algún momento. Ésta interactua con la naturaleza y cambia con esta interacción.
En Frozen 2, este dato se convierte en algo que recordar, porque mueve la trama de la historia en varias ocasiones. El agua tiene memoria, así que el agua ayuda a los personajes a recordar cosas del pasado que les ayudan a determinar acciones importantes para el presente y para el futuro. Y ciertamente el agua tiene una memoria individual, como esas gotas tocadas por diferentes personas. Pero también tiene una memoria colectiva, como el agua en el río.
EL BAUTISMO NOS INVITA A RECORDAR A AQUEL QUE HA SIDO BAUTIZADO
La historia del bautismo de Jesús es tan importante que aparece en los cuatro evangelios. Los cuatro evangelios nos invitan a recordar lo que sucedió en el Río Jordán. Stanley P. Saunders nos dice que esta historia revela varias cosas sobre la persona que está siendo bautizada.
La primera es que Jesús es una persona humilde. Juan bautiza a personas porque están arrepentidas y desean ser perdonadas por sus pecados. Sabemos que para Jesús, este acercamiento no es necesario. Hasta Juan reconoce que el bautizar a Jesús es extraño ante esta circunstancia. Sin embargo, Jesús reconoce el llamado de Dios a través de Juan y se somete a el, reconociendo la importancia de este momento al comenzar su ministerio.
La segunda es que Jesús se identifica con el pueblo que ha venido a salvar. Esa identificación es absoluta y ella incluye el participar de las mismas actividades que ese pueblo considera sagradas e importantes.
La tercera es que al identificarse plenamente con el pueblo, Jesús sabe que va a sufrir. El sufrimiento será parte natural de la vida terrenal de Jesús y el bautismo es parte de su preparación para el sufrimiento que vendrá como parte de ser el siervo escogido por Dios.
Por eso, al recordar el bautismo de Jesús, ese bautismo, como el agua, al interactuar con nuestras vidas, deja huellas de Jesús. Ese bautismo y el nuestro nos llaman a la humildad, a la empatía y al sufrimiento. Jesús, desde el principio de su ministerio, comienza a dar testimonio de la manera en que quienes son bautizados deben vivir.
Esa manera de vivir es diferente a la manera en que el mundo que nos rodea nos ofrece vivir. El hombre que es declarado Hijo de Dios, se comporta de una manera en que ningún hombre poderoso o dios (con «d» pequeña) se ha comportado. Él no hace las cosas por auto-interés. A él no le interesa el poder como existió en su tiempo. Su camino y su vida dan testimonio de que hay una manera nueva de vivir. Y aún sus decisiones al comenzar su ministerio dan testimonio de esta manera diferente de hacer las cosas. El agua bautismal, al interactuar con nuestras vidas, nos recuerda la vida de quien fue bautizado primero que nosotros. Pero esa agua bautismal viene de un lugar particular, que también debe tener un impacto en nuestras vidas.
EL BAUTISMO NOS INVITA A RECORDAR DE DÓNDE VINO EL AGUA
En los tiempos de Jesús, el lugar a donde se iba usualmente para arrepentirse de los pecados era al templo en Jerusalén. Hay una escena de la película «The Nativity Story» en donde se ve como Herodes, el rey tiránico que ordena la matanza de inocentes en Belén, hace un sacrificio en donde pasa sus «pecados» a una vaca y esta es sacrificada para simbolizar su «arrepentimiento».
Sin embargo, Juan el Bautista escoge un contexto diferente y usa el Río Jordán como lugar en donde dar a las personas la oportunidad de arrepentirse de sus pecados. Sus acciones sirven como una denuncia del templo. Las autoridades religiosas han vendido sus almas de tal manera que el templo ya no representa un lugar puro y sin pecado. El templo y sus empleados se han arrodillado ante los poderes y principados terrenales de tal manera que ya no están sirviendo al Dios de Israel y han perdido su identidad y su exclusividad como un lugar en donde la acción redentora de Dios se lleva a cabo. Han convertido el templo en un nido de víboras.
Juan escoge bautizar en el Río Jordán... y Jesús escoge ser bautizado en el Río Jordán. Jesús decide comenzar su ministerio no en el templo y siendo reconocido por las autoridades
religiosas de su tiempo, sino yendo al Jordán a ser bautizado por un profeta medio extraño y poco usual que era visto como una amenaza para las autoridades religiosas de su tiempo. Esto es un testimonio poderoso que ha veces no podemos escuchar. El bautismo de Jesús señala que él se niega a arrodillarse ante algún poder que no sea Dios. Él no reconocerá ningún templo ni imperio que trate de dominar la vida. La única manera de vivir es honrando a Dios, para que Dios pueda se alegre por nuestras vidas.
Sin embargo, el honrar a Dios no tienen que ver solamente con nuestro comportamiento individual. El ser como Jesús no solamente implica que actuemos con una rectitud que impacte nuestra vida personal, sino que también implica que nuestro testimonio debe impactar los sistemas de injusticia que nos rodean. El agua bautismal impacta nuestro comportamiento y da testimonio de nuestra vida... pero también es parte de un río que debe impactar a los principados, autoridades y poderes del mundo... cuando estos no estan alineados al testimonio de Jesús.
EL AGUA QUE NOS LLAMA A CUMPLIR TODA JUSTICIA
Si miramos al mundo, sabemos que es fácil olvidar que el agua bautismal tiene memoria. Saunders hace una pregunta retórica en su comentario a Mateo 3,13-17: «Sin embargo, ¿qué significa que tantas personas bautizadas dentro del cristianismo sigan comprometidas con la forma falsa de redención que es ofrecida por sistemas políticos y económicos modernos, o por el consumerismo, el racismo, el sexismo o el tribalismo?»
El bautismo entonces adquiere una importancia increíble dentro de la vida de la persona cristiana. No es solamente un momento para celebrar y comer pastel o bizcocho. No es solamente algo que hacemos para vestir de blanco a nuestros bebés y tomar fotos. No es algo que sucede solamente en un momento de la vida y que se celebra para cumplir un requerimiento o para salvarnos de algún mal venidero.
El bautismo es un pacto que Dios hace con nosotres, que tiene el impacto de hacernos responder con un compromiso agradecido que cambia los valores y las prácticas de nuestra vida individual y comunal todos los días de nuestras vidas. Las aguas bautismales tienen memoria y hacen memoria, porque nos ayudan a recordar cosas del pasado que nos ayudan a determinar acciones importantes para nuestro presente y nuestro futuro.
Después de las narrativas de nacimiento, las primeras palabras de Jesús se dan en el contexto de su bautismo: «Permítelo por ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia». La justicia de la que Jesús habla aquí no es una justicia limitada a la conducta moral, sino que habla de lo que Dios quiere hacer en el mundo. Dios quiere justicia, restauración y plenitud. Esta es la meta del bautismo de Jesús y del nuestro: el cumplir toda justicia. Trabajamos para un mundo que pueda cumplir con la intención de Dios de redención y reconciliación.
Cuando trabajamos solamente para nuestra ganancia o interés personal, olvidamos que a quien seguimos fue bautizado en un río y no en el templo. Cuando trabajamos para lograr el reino de Dios, para edificar su familia siguiendo los pasos de Jesús... entonces honramos a Aquel que fue bautizado en el río.
LLÉVAME AL AGUA
La versión del espiritual afroamericano «Take Me to the Water» (Llévame al agua) tiene una estrofa que dice en su idioma original «None but the righteous, shall see God» (Solo los justos verán a Dios). Recientemente descubrí una versión al español y me fascina la traducción que hicieron de este verso: «Solo en su justicia, veré a Dios». El mundo verá a Dios solamente en su justicia. Como seres bautizados, Dios nos llama a vivir y a cumplir esa justicia. Como seres bautizados, tocados por el agua bautismal, debemos vivir en humildad y empatía... pero también debemos llamar al mundo a volver al río, a recordar que el agua bautismal deja huella para que vuelvan a hacer memoria de la redención real y de la nueva vida que solamente puede ser vista en la justicia de Dios. Que Dios nos ayude a hacerlo. Amén.
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